A Marcos lo espera la inyección letal y a Ismael la silla eléctrica.
Ambos juegan sus últimas fichas traficando influencias, intimidando a funcionarios, diseñando un plan tras las rejas y convocando a sus mejores hombres para intentar una fuga imposible contra reloj.
Los astros se alinean y a una hora del triste final, los sentenciados y sus hombres logran quedar solos en el pabellón de ejecuciones letales.
La complicidad judicial y policial les da la última chance para intentar un escape electrizante.
Sería una pena que en una hora, la muerte se los encuentre allí.